Hablar del miércoles pasado y de una violencia urbana inusitada, con motivaciones políticas manifiestas y desembozadas, fuera e incluso dentro del propio Congreso de la Nación, claramente que atrasa desde lo informativo.
Aunque, no resulta menos cierto, que darse una vuelta por las tristes y lamentables hechos del pasado miércoles 12 del corriente, implican una suerte de “volver al futuro” de lo que seguramente ocurrirá en 48 horas, en el mismo escenario y con buena parte de los mismos protagonistas.
Porque este miércoles 19 habrá otra movilización de los jubilados, “apoyados” por un variado abanico de sectores políticos y sociales, que seguramente serán más multitudinarios que hace una semana, y probablemente dispuestos a redoblar la apuesta en materia de subvertir un reclamo histórico y legítimo, en un desmadre que sólo persiga desestabilizar la calle de un gobierno que trastabilla y feo por demérito propio.

Se viene otro miércoles «agitado» en el Congreso.
Uno que viene del “palo” del fútbol, aún así no deja de sorprenderse por las reflexiones “político-futboleras” de gente que maneja una “doble vara”, tan absurda, en el mejor de los casos, como deshonesta y peligrosa en el peor de los mismos.
Y es que, en definitiva, tanto en el fútbol como en la política, cuando el fanatismo reemplaza a la auténtica convicción, el pensamiento crítico se transforma en fundamentalismo dialéctico y sectario, dentro del cual, lo que está mal y es reprobable sin perdón alguno en el otro, se justifica y arenga cuando lo ponen en práctica los propios.
Una “doble moral” muy habitual en nuestra hipócrita sociedad (que dona para Bahía Blanca y se “mata” en Congreso, creyendo que lo uno nos redime de lo otro), donde los mismos que resisten la presencia de los barras en los clubes, los festejan y aplauden si “acompañan” con el mismo grado de violencia, el oprobio y miseria al que condenaran a nuestros jubilados, a saber: Menem, De la Rúa, Duhalde, Néstor, Cristina, Macri, Alberto/Cristina/Massa y ahora Milei.

Barras o no barras… La absurda dicotomía que se instaló en el mundo del fútbol, a través de los nuevos «sommeliers» barras.
También aparecieron los “sommeliers” barras, es decir, aquellos que te dicen quién lo es y quién no, cuando son los mismos que alguna vez habrán recibido un “cachetazo” en la tribuna de estas “segundas y terceras” líneas, con la impunidad que les dan las dirigencia de todos los clubes, o que habrán tenido que cambiarse de sector, porque los “señores” de la popular” necesitaban espacio para colgar sus “trapos”, o habrán “perdido” una rueda del auto a la salida de un partido nocturno, sin que nadie vea nada, ni tránsito del municipio, tan rigurosos en los operativos previos, ni la policía, ni las cámaras de seguridad de ninguna central de monitoreo de la provincia de Buenos Aires (ni hablar de arruinar a los pibes, sus propios amigos, vecinos, hermanos, hijos o primos, con el imparable negocio del narcomenudeo en el conurbano).
Eso sí, cuando esos mismos “nenes” (muchos que “peinan canas” de no haber laburando jamás honestamente en sus vidas), se suman al reclamo de la clase pasiva (histórica “variable de ajuste” de todos los gobiernos, a la fecha, sin excepción), automáticamente se convierten en el “Che” Guevara en Sierra Maestra y abandonan su carácter de lúmpenes delictuales que viven de los intendentes, de los partidos políticos, de los clubes y “culata” de los sindicatos, para convertirse en adalides de la lucha por las causas justas y en contra de las “dictaduras”.
Los mismos que se “mataban” en cada partido, metafórica y literalmente, hoy se abrazan y se toman “selfies” en la calle, con la camiseta que dicen “amar” y de la cual ni siquiera colaboran con la cuota social (“bonificada” amablemente por los directivos y en definitiva, solventada con el aporte de los socios sin “beneficios”), y que gracias a su alto grado de convivencia “pacífica” y tolerancia históricas, hace casi 20 años (en el fútbol de ascenso y 12 en primera) que no podemos ir de visitante y ni siquiera disfrutar incluso de local, del “calor” y el “color” del duelo de cánticos entre dos hinchadas antagónicas y en un clásico “picante”.

El Congreso como epicentro del conflicto social y la pugna política por ganar la calle. 📸: Gustavo Aníbal González.
Pero claro, en este caso, los “sommeliers” del fenómeno “barra” lo justifican en la lucha contra una “dictadura” (de la que muchos, no tienen ni la más pálida idea de qué se trataba, “saltando de huevo en huevo” de sus padres), en referencia a un gobierno intolerante y autocrático pero que, nos guste más, menos o nada, ganó hace apenas año y medio con el 56 por ciento de los votos, y no es ni más ni menos, que el emergente menos deseado de la incapacidad y corrupción de todos los gobiernos que lo precedieron.
En este punto, resulta llamativo leer y escuchar las diatribas, muchas veces justificadas al actual presidente, de los acólitos de una ex presidente, que ante la menor crítica a su gestión, con el mismo nivel de intolerancia actual, “enrostraba” a la oposición el 54 por ciento de las voluntades populares con las que había llegado al poder.
Desde los ’90, Domingo Cavallo y Norma Plá mediante, hasta nuestros días, los jubilados se “cagaron” de hambre con todas las administraciones, sin excepción, y la justificación que utilizó a fines del año pasado, Javier Milei para vetar la ley sobre una nueva movilidad jubilatoria, fue la misma que utilizó Cristina Fernández en octubre de 2010, para rechazar con otro veto presidencial total, la ley del 82 por ciento móvil sancionada por el Congreso: la falta de partidas presupuestarias asignadas para tal aumento y la falacia de una ley política para atentar contra el superávit fiscal primario y en definitiva, la búsqueda de la quiebra del Estado (es cuestión de buscar en la historia reciente, muchachos, en lugar de hablar tantas pavadas. En este país, nadie resiste un archivo).

Como problema adicional, a una conflictividad social increscente, se evidencia la escasa «profesionalidad» de las fuerzas del orden. 📸: Gustavo Aníbal González.
Porque además, en honor a la verdad subjetiva de quien suscribe, kirchneristas y libertarios viven reflejándose en un espejo que los incomoda por igual, con muchas más coincidencias que diferencias metodológicas, pese a que, unos y otros, pretendan ubicarse en las antípodas políticas: autocracia, intolerancia, pensamiento único y unívoco, vocación por la concentración ilimitada de poder, persecución y disciplinamiento de las voces críticas, por las buenas o las no tan buenas y “compra” de voluntades electorales y de la opinión pública susceptible a la dádiva, constituyen las características distintivas de un oficialismo y su principal fuerza opositora (quien no concibe ni soporta el ejercicio político, fuera del poder real), que lejos de abrevar en las antípodas, resultan las dos caras de una misma moneda, de acuerdo al consumo fanatizado de sus militantes rentados, otrora en el territorio y hoy en el “barro” de las redes.
Como sea, por la “derecha” de la “libertad” aggiornada a la militancia 2.0, o la (pseudo) izquierda de la “justicia social” de conformidad a un “cotillón setentista” (en muchos casos no vivido), este miércoles volverán a encontrarse en la calle, dos modelos de país, que lejos de asomar antagónicos, resultan fatalmente concurrentes para quienes estamos hartos de todo y de todos, y sólo queremos que nos permitan, alguna vez, vivir en paz.

La calle, el eje de la disputa política.
Y la paradoja se prolonga hasta el infinito, cuando de un lado de la “mecha” convoca a la marcha Mario Eduardo Firmenich (ex líder de “Montoneros” y principal “desertor” de sus compañeros de lucha en los 70’… o de los “neo revolucionarios” de Facebook, X o Instagram, a nadie se le ocurrió preguntarse, por qué no hubo ni un atentado guerrillero durante la disputa del Mundial ’78?… con quién se entrevistó y arregló un “alto al fuego” en su autoexilio en Madrid, cuando acá los centros clandestinos de detención explotaban de torturas y desapariciones?) y del otro, la ministra de seguridad de la Nación, su otrora colega de militancia armada, Patricia Bullrich, hoy capaz de justificar el accionar represivo de las fuerzas policiales y de seguridad, en contra de una jubilada de 87 años o el “fusilamiento” de un reportero gráfico en el ejercicio de su función, debatiéndose desde hace una semana, entre la vida y la muerte.

Los excesos inadmisibles y la violencia represiva de las fuerzas policiales y de seguridad, terminan por desmadrar la provocación externa.
Y este miércoles, otra vez los barras “buenos” en la calle, contra nuestras “profesionales” fuerzas del orden, los primeros, seguramente acompañados por los “garantes de la pobreza” (Eduardo Belliboni, Emilio Pérsico) de los movimientos sociales y algunos gremios, justamente de los sectores más desprestigiados (y con razones valederas) de nuestra agobiada y hastiada sociedad.
Y los Juan Grabois “de la vida”, que llaman “alegremente” a una “resistencia activa”, el sueño revolucionario de pacotilla, del auténtico “desclasado” que nacido, criado y educado en San Isidro, vivió su vida de “bacán” y rufián de Twitter, filosofando barato con la “panza” y los bolsillos llenos, a costa de sus compañeros desocupados y los negocios con el Estado nacional y provincial.
Y es que, en definitiva, de uno y otra lado de la “mecha”, lo que se busca es “tirarse un muerto”, para terminar de “pudrir” la calle y que todo se vaya definitiva al carajo.
Y como viene la mano, de uno y otro lado, parece que quieren darse el gusto.

Afuera del Congreso, el conflicto. Adentro, veremos si nuestros representantes están a la altura o reproducen la crispación externa, con actitudes impropias y vergonzantes.
Y la Argentina que se joda.
Las ambiciones/negocios de las bandas organizadas del oficialismo y principal fuerza opositora, estuvieron y estarán siempre por encima de cualquier interés superior de la Nación.
Sólo los mueve el poder.
Y eso los hace perfecta y nefastamente iguales.

Será otro miércoles «apacible» en el Congreso?. 📸: Gustavo Aníbal González.